LA CARRERA DE LA VIDA
Como cada 8 días por la
noche, unos hombrecitos y mujercitas se disponían a competir en una misma carrera y llegar al mismo sitio para
debatir sobre el mismo problema, quien debe pasar al otro lado para dar inicio
a una nueva vida.
−Ya estoy cansado de todo
esto. Dijo Carlos con su voz grave y en una total mala actitud. Siempre llego
primero y nunca me dejan entrar, soy fuerte, rudo, grande y mucho más rápido
que todos ustedes, que más pueden pedir para un ser humano.
−ese es el problema cabeza
hueca. Dijo Claudia detrás de sus enormes gafas. Lo que tienes en músculos te
hace falta en cerebro, sé que soy una de las ultimas en llegar, pero soy lo
suficientemente inteligente para cruzar esa puerta sin necesidad de utilizar la
fuerza, y cuando lo descubra me iré para siempre de este lugar.
−sabes que no funciona así,
dijo José sentado en el suelo, la puerta se abrirá solo a aquel que de verdad
se lo merezca, puedes forzarla, golpearla e incluso darle todos los golpes que
quieras, pero no se abrirá, tenemos que esperar el momento adecuado.
−…y si se abre, quien nos
garantizara que el que entre de verdad se lo merezca, dijo Julia con su
característica voz llena de temor. Es decir, quien nos garantiza que lo que hay
al entrar es un premio, no se han detenido a pensar que puede ser algo malo,
tal vez un castigo o mundo lleno de monstruos y oscuridad, que acaso no les da
miedo, dijo casi llorando del susto.
−ya deja el drama Julia, por
favor, no ves que nos pones nervioso a todos, somos miles los que queremos
atravesar esa puerta y comenzar una vida, ¿acaso le tienes miedo a vivir?...dijo
Andrés en su voz pasiva y siempre positiva. No hay nada que temer.
−por favor, ¡ya cállense y
dejen dormir!, que acaso no ven que estoy muy cansado, esta carrera cada ocho
días no tiene lógica, la puerta nunca se abrirá, y a mi sinceramente me da
mucha pereza tener que vivir una vida, a menos que sea para dormir y comer yo
me quedo aquí, dijo Raúl con su voz somnolienta mientras buscaba una almohada
para disponerse a dormir.
Y como cada 8 días todos
daban sus razones sobre quien debía y quien no debía entrar, y terminaban
convirtiéndose en un sin número de gritos que en poco tiempo no se entendía
quien era el que hablaba y quién no.
Mientras tanto, por fuera de este bochorno, se
encontraba una mujer llamada Laura, quien
dormía placenteramente en su cama con su esposo que como cada 8 días llegaba de
su viaje de trabajo. Al día siguiente Laura le dijo a su marido que sentía que
ya era momento de que ambos tuvieran un hijo, argumentando que se sentía muy
sola cuando a él le tocaba viajar.
− de acuerdo cariño, dijo el
esposo de Laura con una gran sonrisa, tienes razón, ya es tiempo de que
tengamos un hijo, ¿qué nombre te gustaría ponerle?
−mmm, no lo sé, eh…podría
ser ¿Carlos tal vez o Andrés?, ¿tú qué piensas?
−el nombre Carlos no me
gusta, me parece un nombre muy rudo para un pequeño bebe. Pero te recomendaría
que también pensaras nombres para una niña, que tal ¿julia o Claudia?
−el nombre julia no es que me
guste mucho, es como para alguien que tiene muchos temores, tuve una amiga que
se llamaba julia y le tenía miedo a todo, incluso a las mariposas,
definitivamente si tengo una hija no se llamara julia.
−pues a mí no me importa el
nombre que tenga nuestro hijo mi amor, siempre y cuando se convierta en una
buena persona.
Después que el esposo de Laura
se fue de viaje, esta se dispuso a hacer una lista de los posibles nombres que
su futuro hijo tendría, luego de tachar y escribir tanto, logró decidirse por dos
nombre, uno por si tenía una niña y otro por si tenía a un niño, y decidió que
se lo haría saber a su esposo a lo que este llegara de viaje.
Ocho días después y a la misma hora, miles de hombrecitos y mujercitas
disputaron la carrera y llegaron al mismo sitio, pero algo había cambiado, en
la puerta había un letrero, escrito con una hermosa letra que decía:
Hoy es el gran
día, para entrar debe dar su nombre y decir las cualidades que tienen, si usted
es el escogido la puerta se abrirá automáticamente y podrá dar inicio a su
nueva vida. Nota: Carlos y Julia no pueden entrar.
− ¡como que no puedo entrar
partida de inútiles, esto es injusto, soy el más fuerte y rudo de todo este
grupo de lombrices, soy yo quien se merece entrar!, dijo Carlos muy enojado.
−para mi mejor si no entro,
dijo julia, la verdad me da mucho miedo eso de vivir una nueva vida, prefiero
quedarme aquí.
Luego de que paso el
alboroto los hombrecitos y mujercitas hicieron una fila para dar su nombre y
decir sus cualidades con la esperanza de que la puerta se abriera. La primera
en la fila era Claudia, ya que pensaba que por ser la más inteligente entraría
primero.
−mi nombre es Claudia y soy
muy inteligente, mucho más inteligente que este montón de cabezas huecas. Dijo
con una airada sonrisa. Pero la puerta no se abrió.
…Siguiente…
−mi nombre es Pedro y no sé nada
de nada.
…siguiente…
Uno por uno cada hombrecito
y mujercita fueron dando su nombre, pero a ninguno se le abrió la puerta. Al
final de la noche aquella mujer llamada Laura casi dormida le dijo a su esposo:
−cariño, ¿quieres saber el
nombre que he escogido para nuestro hijo?
−claro cariño, dímelo.
−bueno, si es niño se
llamara miguel y si es niña se llamara Angélica, ¿qué te parece?
−ambos nombre son perfectos
amor.
Mientras tanto en el vientre
de Laura faltaban los últimos en pasar, eran
gemelos, un hombrecito y una mujercita.
−mi nombre es Angélica y
este es mi hermano gemelo Miguel, somos buenos, amables y pacientes, les pedimos de
corazón que tengan la bondad de dejarnos entrar…
Y ante los ojos de todos, la puerta se le abrió a los gemelos. Cuando
estos entraron, todo en ese lugar era diferente, aunque un poco vacío. Al
observar con detenimiento, los gemelos se dieron cuenta que en una de las
paredes del lugar había un calendario con una fecha encerrada en tinta roja, al
lado de la fecha decía, este será el día en que darán inicio a su vida como seres
humanos, Angélica miro con detenimiento el calendario y conto
exactamente nueve meses hasta la fecha marcada.
−ya lo entiendo, dijo Angélica
mirando a su hermano, esta es la fecha de nuestro nacimiento, este lugar debe
ser el vientre de nuestra madre, esta es la vida que vamos a vivir, fuimos escogidos
de entre tantos hombrecitos y mujercitas para formar parte de una familia.
Con los ojos bien abiertos y
llenos de felicidad, miguel contemplo el lugar, no era muy grande ni muy
pequeño, pero a medida que fue pasando el tiempo, sentía que su cuerpo se hacia
más grande o que tal vez el sitio estaba encogiendo.
−creo que estamos creciendo
Angélica, dijo Miguel a su hermana que estaba sentada en el pequeño espacio que
quedaba, ya no cabemos juntos aquí, tenemos que salir.
−si es cierto, me estas
clavando tu codo en las costillas, pero déjame salir a mi primero, que siento
que me asfixio...
Laura sentía como sus bebes se movían en su
vientre, y empezó a sentir mucho dolor, llamo a su esposo y este la llevo al
hospital más cercano donde dio a luz a aquellos hermosos gemelos, llamados
Angélica y Miguel, los cuales alegraron sus vidas y formaron parte de la
familia.
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